Uno de los principios elementales del Derecho Internacional es que las aguas interiores son parte integrante del Territorio Nacional de cualquier país, de allí que su conservación es, además de una necesidad vital para el crecimiento social, un acto de defensa de la soberanía, es potencialmente si se trata de cuerpos de agua fronterizos.
El Río Arauca es uno de los símbolos de nuestra nacionalidad, utilizado en expresiones artísticas tradicionales como el “Alma Llanera” y la gran novela de Venezuela, “Doña Bárbara”, de Rómulo Gallegos, pero también es indispensable para la subsistencia del Estado Apure, importante como fuente de suministro para riego y una ruta comercial que, hasta principios de este siglo, movilizaba toneladas de productos, tanto hacia Colombia como al centro de la República.
El caso del Río Arauca, desconocido por la mayoría, era sencillamente patético, ya que su cauce estaba casi totalmente perdido, al punto de que quedó convertido en una gran carretera por la sedimentación, y más del 80% de su caudal se fugaba hacia el Río Meta, en territorio colombiano, por el cauce Bayonero.
1200 millones de bolívares, durante más de 15 años de trabajo arduo, han permitido la hazaña de rescatar el caudal internacional del Arauca y evitar totalmente en el verano la fuga de las aguas venezolanas hacia Colombia, en un proceso de negociaciones binacionales que, por otra parte, ha exigido un esfuerzo técnico y humano sin precedentes.
El Río Arauca es un caso hidráulico particular en el mundo, ya que es una cuenca de 380 kilómetros de extensión que solo tiene afluentes en sus cabeceras, es decir, que más de 300 kilómetros de su cauce no recibe agua de tributario alguno, lo que implica un reto técnico, ya que es imprescindible mantener los caudales en niveles útiles durante el año, valiéndose de la acción del hombre.
Si a este hecho se suma la fuga de aguas se podrá tener una clara idea de la situación. Aunado a esto, el Arauca es una cuenca internacional que prácticamente desapareció a lo largo de 34 kilómetros, lo cual produjo múltiples problemas de delimitación fronteriza entre Venezuela y Colombia.
La Historia del Bayonero
La diplomacia venezolana se ocupó de delimitar la frontera colombo-venezolana en el Arauca, a través de negociaciones que concluyeron en un Tratado de Límites de 1928, donde se asienta que “El Río Arauca internacional es frontera entre Venezuela y Colombia desde el Hito internacional erigido del extremo sur de la recta Oira–Arauca, a 4 y medio kilómetros aguas abajo de la confluencia de los ríos Maroua-Cubugón, hasta el Hito número 0 de la recta de apostaderos del Meta, en Las Montañitas, en una longitud aproximada de 317 kilómetros.
Esta cita es importante porque subraya lo que para Venezuela constituye a perpetuidad el cauce natural y el sucesivo proceso de negociaciones ha mantenido como principio de soberanía el mantenimiento de este curso.
En 1931, Colombia y Venezuela acuerdan nuevos trabajos de acondicionamiento para mantener los caudales fijados en 1928 y, además, convienen en delimitar la Vaguada Internacional, asignando la soberanía colombiana a las islas Cogollal y Los Santos, mientras que a Venezuela corresponden Santa Bárbara y Vapor.
Es precisamente sobre los 34 kilómetros de frontera en la isla Cogollal donde se registra la Fuga Bayonero, a partir de 1940, produciendo la completa sedimentación de esa zona y la restricción total de la navegación por toda la cuenca. El problema se registra exactamente entre los extremos “El Rubí” y “Los Angelitos”.
Desde 1949 hasta 1976 se hizo poco por resolver este problema de fuga de aguas, que fue agravándose hasta que en el verano de 77, el cauce internacional estaba completamente seco en el área de 34 kilómetros ya señalada y la navegación aguas abajo era imposible.
En ese momento los presidentes de Venezuela Carlos Andrés Pérez y de Colombia Alfonso López Michelsem, firman, el 23 de julio de 1976, una Declaración conjunta donde acuerdan realizar la restauración del cauce con costos compartidos, para lo cual se creó un Equipo Ténico Binacional, encargado de los estudios previos y coordinar las operaciones de dragado.
Un Rescate de 15 años
Esta “Restauración, demarcación y preservación de la vaguada internacional del Río Arauca” significó un esfuerzo de 15 años, donde Venezuela, con la coordinación del Ministro de Ambiente, utilizó un plantel de técnicos de los despachos Relaciones Interiores y Exteriores, Defensa, Instituto Nacional de Canalizaciones, Laboratorio Nacional de Cartografía y Corpo-Andes.
La situación a resolver era el cierre de la Fuga de Bayonero, ya que las constantes mediciones arrojaban una pérdida alarmante de las aguas, al punto de que, para el verano de 1980, se fugaba el 86% del caudal por esa vía hacia el sistema Meta en Colombia.
Venezuela y Colombia acuerdan constituir conjuntamente un canal piloto de 34 kilómetros para devolver el cauce original del Arauca (Tratado de 1928), del cual nuestro país ejecuta más de 25 kilómetros con equipos convencionales.
Debido a la sedimentación en la margen derecha del Arauca y la erosión en la izquierda el cauce original se había desviado totalmente y la fuga de aguas para el 87 superó el 90%, pero con el agravante de que con el caudal arrastrado por Bayonero superaba más del 40% del vital líquido hacia el Meta.
Espigón como Alternativa
En medio de un proceso de negociaciones, en 1982 Colombia propone la construcción de un Espigón de Tabla-estacas de acero para cerrar parcialmente la fuga.
Sin embargo, el Espigón no fue una solución definitiva al problema, todavía hizo falta la resolución del Instituto Nacional de Canalizaciones para que emplazara 4 dragas, “Arauca”, “Apure”, “Caparo” y “Oira”, en la zona y comenzaron la etapa final del asentamiento del canal piloto.
“Es de justicia reconocer que el Instituto Nacional de Canalizaciones ha realizado un gran esfuerzo en el Arauca, con sus propios recursos logró consolidar el canal piloto a punta de dragar una superficie, cuya sedimentación era realmente infranqueable. Sin duda, todos los venezolano tenemos que reconocer el patriotismo demostrado por esta institución a través de los años”. Indicó el Ministro Colmenares.
Entre 1987 y 1992, el Gobierno en una acción contundente invirtió más de 600 millones de bolívares en el dragado permanente entre El Rubí y Los Angelitos. El equipo pesado que fue utilizado en estas operaciones fue traído de Holanda.
Quizás no se puede creer, pero tuvimos que demarcar nuevamente el cauce, de acuerdo con los límites de 1928 para proceder a los trabajos y retroceder a la vaguada, debido a que nos enfrentamos a una verdadera pared de sedimentos, recalcó el Ministro.
Por fin, durante el verano de 1992, en virtud al tapón natural que se fue generando en Bayonero, al efecto parcial del espigón y al dragado constante, no se registró la fuga de aguas.
El Trabajo conjunto sigue
El Ministro del Ambiente señala que las actividades del equipo técnico binacional deben continuar para solucionar los distintos problemas de restauración de cauce y caudales que existen a lo largo de los 317 kilómetros de la frontera del Arauca, así como los de cantidad y calidad del agua.
Estas negociaciones prosiguen en el marco de las Altas Comisiones de Asuntos Fronterizos que fueron reactivados por el presidente Pérez, al inicio de este, su segundo período gubernamental, en función de buscar la realización conjunta de un Plan Integral de Conservación y Manejo de la Cuenca del Río Arauca, que incluya la reforestación de sus cabeceras, la eliminación de la sedimentación y el tratamiento de sus aguas.
Resulta indispensable destacar que Venezuela ha actuadoen la solución de este grave problema fronterizo con plena solvencia técnica y una responsabilidad diplomática encomiable, ya que se logró atender al aspecto diplomático, sin detener los trabajos de recuperación.
25 de Febrero de 1993, El Nacional
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